La culpa y el buen gobierno de la vida emocional
- Marcela Quarchioni
- 23 oct
- 2 Min. de lectura
Recuperar el poder interior para elegir desde la conciencia
Vivimos gran parte de nuestra vida intentando cumplir expectativas ajenas: ser la hija ideal, la pareja perfecta, la madre impecable, la profesional que nunca falla. Y en ese intento, nos desconectamos de lo más esencial: nuestro propio gobierno interior.
Gobernarse no es controlarse. Gobernarse es dirigir la vida emocional con conciencia, eligiendo de manera responsable cómo actuar, qué pensar y cómo responder al mundo. Es pasar de la reacción al acto consciente.
La culpa: una emoción que pide atención, no castigo
Desde la neurociencia, la culpa activa regiones cerebrales vinculadas al juicio y la autocrítica, generando un estado de hipervigilancia emocional que agota nuestro sistema nervioso.No nos hace más conscientes, nos hace más tensos.
La culpa sana puede ayudarnos a reparar y evolucionar, pero la culpa adjudicada —esa que cargamos por no responder a las expectativas de otros— nos roba libertad.Nos aleja de la posibilidad de vivir en coherencia con lo que sentimos y pensamos.
El buen gobierno emocional comienza cuando reconocemos esta diferencia.Cuando dejamos de castigarnos por no ser lo que otros esperan, y comenzamos a ajustar nuestras elecciones a nuestra verdad interna.
Gobernarse: la sabiduría del presente
El maestro Thich Nhat Hanh enseñaba que la libertad verdadera surge al habitar el momento presente con plena atención. No podemos gobernar una mente ausente, ni dirigir emociones que negamos.
El mindfulness nos invita a cultivar una mente testigo, capaz de observar sin juzgar. Esa pausa consciente es el punto exacto donde nace la libertad interior:
“Entre el estímulo y la respuesta, existe un espacio. En ese espacio está nuestro poder para elegir.”
Desde ahí, gobernarse es practicar el arte de responder en lugar de reaccionar.Dejar que la emoción informe, pero no que domine.
La mente y el cuerpo: aliados en el gobierno emocional
El cuerpo no miente. Cada pensamiento genera una huella física: una hormona, una señal, un ritmo cardíaco. Cuando la culpa o el miedo nos gobiernan, el cuerpo lo siente antes de que la mente lo nombre.
La práctica del autocuidado consciente nos devuelve al equilibrio: cuidar el cuerpo, dormir bien, nutrirnos, conectar con la naturaleza, descansar la mente. Cada pequeño gesto es una declaración de soberanía interior.
Gobernarse también es poner límites saludables. No desde el ego, sino desde la conciencia de que la energía es un recurso finito y sagrado.
Del victimismo al poder personal
El coaching transformacional nos recuerda que la madurez emocional consiste en asumir responsabilidad sobre nuestras elecciones, no sobre las emociones de los demás.
“Tu vida cambia en el momento en que decides que tú eres responsable de ella.”
“No esperes a sentirte motivada. Actúa. El movimiento crea la emoción.”
Dejar la culpa y tomar el mando de nuestra vida emocional es un acto de valentía. Implica mirar con honestidad dónde cedimos poder y comenzar a recuperarlo paso a paso.










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